No. Aún no voy a escribir sobre ti. Pues, tus recuerdos me pesan por no tenerte tan cerca. Y pienso, frágiles son los espejos que sostienen mi mirada en cada fría mañana en la que despierto. Pero aún más frágil es mi mirada cuando me veo y no estás sonriente a mi lado. Esquivo sin éxito melodías que evocan tú alegre ser, y zigzagueo con tropiezos cada nota de tu hermosa voz que aún resuena en mí.
No. No voy a dedicarte más líneas. Porque en cada fragmento me acompaña una bella historia en mi vida pasada contigo, y aún no estoy preparado para aceptar la distancia que el mundo terrenal nos impuso haciéndonos creer que somos dos seres incompatibles, cuando en realidad la felicidad estuvo presente por cada día que hemos compartido juntos en nuestras vidas.
E insisto, en no escribir sobre tu lado bueno, tierno, amable, inocente y cariñoso, sobre tus virtudes, tu carisma, tu calidez y tu amor incondicional. No porque con pesar quiera olvidarlo, sino porque no habría forma de expresar con palabras aquello que se siente ser recibido por la persona que uno ama. El corazón sólo siente y todo queda allí sin poder traducirse. ¿Acaso no es lo que todos dicen? Sí, pareciera ser verdad.
Sí. Quiero callar cuando tu imagen vuelve a mí, porque mis entrañas sienten quemarse en angustias que no se apagan con una lluvia de lindos recuerdos. Quiero tapiar mis ventanas para que los fragmentos de granizo que golpean mi corazón no me hagan parecer tan débil. Quiero encerrarme en mi minúsculo mundo para no extrañarte, para castigar a mi corazón dejándolo madurar aún en las peores desazones.
Oh, sí. Decidí alejarme abruptamente sólo para darme cuenta cuánto amor hubo entre nosotros. Y ahora que estoy tan lejos valoro los grandes y pequeños detalles que hemos tenido, todos y cada uno de ellos. Decidí alejarme para hallarme a mí mismo, desencontrarme y volver a encontrarme como una nueva persona, una mejor, una que algún día logres amar en el paraíso cuando el tiempo decida poder encontrarnos allí.
No. No intentes llorar. Eso es lo que me he dicho al redactar mis primeras memorias.
Han pasado varios años, mi corazón está mejor, puede recordarte sin temor, puede escribir sobre ti sin angustia, y puede anhelar felizmente el pasado que hemos tenido. Hoy soy una persona con un mejor espíritu que puede recordar desde el día que nos conocimos, junto con los buenos y malos momentos. Tal es así que ansío poder encontrarte algún día y rememorar juntos todo lo vivido. Hoy puedo escribir sobre tu sonrisa, tus gestos, tu mirada, todo lo hermoso que tiene tu ser. Tengo tantas anécdotas para contarte, tangos para cantarte, notas para mencionarte, versos para recitarte y sobre todo tiempo para escucharte. He descubierto cómo escribir prosas con tu nombre, y todo inimaginable que un poeta pudiera hacer, más lo que no he podido descubrir aún durante tantas décadas, es dónde encontrarte de nuevo amor. ¿Dónde? ¿Dónde estarás? Quizás termine preguntándomelo por siempre, arrepintiéndome no haber luchado lo suficiente y haberme alejado de tu vida cuando era tan joven. Hoy, tengo 95 años, perdí las esperanzas de encontrarte. Quizás lo has sabido siempre, nuestros corazones se hablaban, nuestras almas siempre iban conectadas, nunca nos hizo falta decirnos lo que sentíamos. Sólo faltaba dejar en mis manuscritos, en mis últimas memorias, que has sido el amor de mi vida.

Señor escritor me pregunto si son 95 los años que usted tiene..