Imprimiendo carisma, energía y pasión, fusionaban con sus manos melodías armoniosas, y demostraban felizmente quiénes eran de verdad. Para nada improvisados, nos dejaron apreciar los ritmos y compases que ellos mismos compusieron en decenas de veladas. Imperceptibles silencios se sentían entre notas simultáneas, y los graves que avanzaban, retumbaban a lo lejos sobre castillos medievales.
El Sol no se olvidaba de empujarlos hacia el río, pero sus sombras se mantenían protegidas por el puente que un antiquísimo rey construyó, sin saber que algún día, sobre dos ciudades divididas, el arte renacería. Cada obra de arte se encontraba vigilada por la mirada de turistas apasionados, y de aplausos tumultosos que daban cierre a tan majestuosa pieza musical.
Quizás nadie sabrá qué destino le toque a cada uno de ellos, así como tampoco ellos sabrán del destino de quiénes los han escuchado, pero lo que seguramente sabrán, es que están en los recuerdos de muchísimas personas que han transitado un viejo puente en épocas de felicidad.
Commentaires